Nacida un 16 de agosto de 1896, hace 127 años, Tina Modotti asumió, desde muy joven, un rol de mujer opuesto al imaginario social de la época. En el corto tiempo que duró su rica existencia, buscó la belleza a través de la imagen y trabajó en favor de la justicia social, desde la militancia política. Pensó tomar el camino de la actuación, pero pronto dejó su carrera como actriz de cine en Hollywood para dedicarse a la fotografía.
Tina terminaría superando a su entonces maestro Edward Weston1, mediante sus experimentos fotográficos, tanto en la técnica, como en las temáticas y los conceptos detrás de sus imágenes. Ya en la década del 20 del siglo pasado, supo ser vanguardista de tal forma que su técnica ofendía a los tradicionales fotógrafos. Adelantada a su tiempo, y con una actitud revolucionaria desde cualquier lugar de enunciación, ella fue una suerte de leyenda.
En México, en aquel entonces, se gestaba una pugna cultural entre la tradición y la modernidad. El panorama artístico de la fotografía se encontraba dominado por la llamada estética “pictorialista”. A grandes rasgos, sus exponentes afirmaban que la fotografía, por sí sola, no era suficiente, y que para que una foto constituyese una forma de obra artística debía ser intervenida por el artista.
Después de capturar una imagen, los pictorialistas, al revelarla, pintaban sobre ella con pinceles, modificaban el paisaje o el modelo, de alguna forma la retocaban, intentando dejar su huella sobre la obra. La idea básica era que no se podía dejar todo el trabajo a la cámara ya que, sin la acción humana sobre el producto final, no era posible considerarlo una obra de arte. Además de esta visión sobre la técnica, los pictorialistas defendían el tratamiento fotográfico de temas tradicionales asociados a la pintura, como los paisajes naturales y retratos costumbristas de lo que la sensibilidad europea consideraba “lo pintoresco mexicano”.
Tina iba en una dirección completamente opuesta a estos. Pero, ¿por qué tenemos este especial interés en Tina Modotti?
Su nombre está ligado a Cuba eternamente, por esas casualidades de la vida y caprichos del amor. Pero en nuestro país, cuando se menciona, no viene solo, casi siempre va detrás del de Julio Antonio Mella2. Se conocieron en el año 1928, cuando este llegó hasta México perseguido por el entonces dictador cubano Gerardo Machado.
Tina, además de artista, era revolucionaria, combatiente y militante comunista. Como él, estaba en un país extranjero, con el ideal de enfrentar las más difíciles circunstancias y mantenerse firme a sus principios de lucha. Ella hizo a Julio Antonio parte de su obra y lo retrató muchas veces. Las imágenes que la Modotti captó con el lente de su cámara son excepcionales y han marcado, en parte, la trascendencia de la imagen que tenemos de Mella.
La apasionante pero efímera historia de amor entre Mella y la Modotti duró solo cuatro meses, y tuvo un trágico final. En la noche del 10 de enero de 1929, caminaban juntos de regreso a su casa cuando le dispararon a Mella por la espalda. Murió dos horas más tarde. Antes de morir, responsabilizó al presidente Machado de su asesinato y pronunció el nombre de quien sospechaba fuese el ejecutor del crimen. Al morir, Mella tenía 25 años. Su última fotografía la tomó Tina.
La prensa mexicana insistió en la implicación de la Modotti y lanzó una campaña de insidia basándose, principalmente, en falsedades vinculadas con su “dudosa moral sexual”.
«En el juicio y en los periódicos se exponen las cartas de amor, el diario de Julio Antonio, las agendas íntimas, las fotos comprometedoras, en las que Tina y su amante aparecen desnudos. La vida de Tina y ella misma se convierten en una “novela por entregas” que hace aumentar la circulación de los periódicos».3
Tina fue vista como la típica femme fatale4, la villana que arrastra al hombre hacia la perdición. Una mirada misógina, como lo es el mencionarla únicamente cuando se habla de Mella.
A pesar de la congoja por la muerte de Julio Antonio, 1929 es el año de mayor éxito profesional para Tina Modotti. En diciembre de ese mismo año, solidariamente se organiza la primera exposición individual de su obra en la Biblioteca de la Universidad Nacional5. Su trabajo fotográfico reconocido en el ámbito cultural y a esta exposición se le llegó a llamar la Primera Exposición de Fotografía Revolucionaria6.
Tina Modotti no fue simplemente la mujer de Julio Antonio Mella. Fue tan relevante en su activismo político en México como el de él lo fue en Cuba. En su campo de especialización y momento histórico, tuvo una comprensión más profunda y sofisticada de la fotografía como medio útil para el accionar revolucionario. Las fotografías de Tina Modotti son una fusión entre la cultura revolucionaria y la estética fotográfica vanguardista. Cargadas de compromiso social, están entre el fotoperiodismo social y la estética, con un uso del encuadre y la iluminación propias de las vanguardias.
La composición cuidadosa y reflexiva, a la cual siempre se mantuvo fiel, le permitieron a sus fotografías adquirir una originalidad más allá de la realidad que representan. Para Modotti lo importante era volverlas transmisoras de una idea, un estado de ánimo, una propuesta política. La cámara de Modotti ofrece testimonios de una época convulsa en lo social y lo político. Su mirada abandona cualquier epicidad para ponerse siempre al servicio de lugares y personas comunes.
En la llamada tierra azteca, Tina encontró un país entusiasta con las vanguardias europeas y los ideales revolucionarios. Se unió a intelectuales y artistas como Frida Kahlo, Diego Rivera, Manuel Álvarez Bravo, Jean Charlot, entre otros, que también aspiraban conquistar su libertad artística y personal.
Militó en el Partido Comunista de México desde 1927, colaboró en “El Machete”7 y defendió varias causas como: la campaña por la libertad de Saco y Vanzetti, la epopeya de Sandino en Nicaragua o las protestas por los problemas salariales de los proletarios mexicanos. Había ascendido de ser una artista de la fotografía a una creadora por, para y desde el pueblo.
En medio de su accionar político, contraria a la visión tradicional y romantizada de México que tenían los pictorialistas, la fotografía de Tina puso su foco en el desenfrenado avance de las ciudades mexicanas y, mediante su cámara, documentó las consecuencias –negativas y positivas– que todos estos cambios traían para los sectores más humildes.
En vez de casitas tradicionales y vistas borrosas del valle de México, Tina nos muestra máquinas, industrias, grandes fábricas. En vez de un cielo nuboso sobre el Popocatépetl, nos muestra un cielo atravesado por cableados eléctricos y telefónicos.
«Tina tuvo dos periodos: el romántico y el revolucionario. En el primero, con gran influencia de Weston, fotografiaba flores, objetos delicados, superponía negativos para conseguir efectos más sensibles del cristal. En contacto con el medio revolucionario mexicano se desarrolla su segunda etapa. El periodo de transición produjo algunas obras que van a pasar a la historia, como las manos del campesino agarrando la pala, o las manos de la lavandera. Para mí ese momento es el más alto de la fotografía de Tina, las prefiero a las que vinieron después, como las fotografías de los estibadores, la hoz y el martillo, las cananas, la mazorca(...)»8.
Las fotografías de tecnología y modernidad traían una visión desmitificada de México, en la que ya no se nos muestra como un lugar místico, sino como otro cualquiera. El ciudadano mexicano ya no se muestra con el exotismo de lo indígena. Ya no es un ser de tradiciones mágicas y desconectado de la modernidad, sino un obrero más, como los europeos, oprimido por las clases burguesas y necesitado de una revolución de las masas. Tina supo ver en su momento, completamente adelantada a su época, cómo la cámara y la fotografía poseían valor por sí mismas, sin necesidad de acercarse a la pintura.
Veía la cámara como una herramienta mecánica, un medio para un fin, y su visión pragmática de esta le permitía jugar con ella de formas que los otros fotógrafos no eran incapaces de imaginar. Mediante su instrumento, capturó miradas exageradas desde arriba, cerrados ángulos contrapicados, perspectivas y formas de ver imposibles para la pintura y para todos aquellos que cercenaban la libertad artística que el nuevo medio les permitía.
Era también una mujer segura de sí misma y del dominio sobre su instrumento. Fue capaz de ver, a diferencia de la crítica de su época, el gran problema que eventualmente traería la perdición de los pictorialistas, como diría en su ensayo “Sobre la fotografía”9.
«(...)si mis fotografías se diferencian de lo generalmente producido en este campo, es porque yo precisamente no trato de producir arte, sino fotografías honradas, sin trucos ni manipulaciones, mientras que la mayoría de los fotógrafos aún buscan los “efectos artísticos” o la imitación de otros medios de expresión gráfica, lo cual resulta en un producto híbrido y no logra impartir a la obra que producen el rasgo más valioso que debería tener: la calidad fotográfica(...)»
No era sólo su técnica, sino su visión sobre la fotografía y sus posibilidades. En medio de debates sobre los signos, sobre la necesidad de títulos explicativos que indicasen como interpretar la imagen, Tina afirmaba que la imagen por sí sola era un lenguaje universal, que no necesitaba de accesorios que permitiesen su decodificación:
«(…) Nada resulta más persuasivo y elocuente que lo que el ojo mismo puede ver. Por más que las palabras describan fielmente lo que ocurrió durante una redada de policías armados en una manifestación obrera, el cuerpo de un obrero destrozado por un policía a caballo, a un negro linchado por criminales brutales, ningún reporte o forma escrita será tan convincente como una fotografía [que] será entendida en todos los países, por todas las naciones, tal como las imágenes del cine, más allá del idioma en que estén las leyendas o títulos que se le agreguen (…)»10
De esta forma, Tina prefería añadir textos dentro de sus fotos, en vez de ponerle un título o un encabezado. Esto por supuesto no quiere decir que no titulase sus obras, sino que a veces las enviaba a periódicos y revistas sin un título, forzando a los editores a analizar más la imagen para lograr nombrarla en sus publicaciones. Para evitar manipulaciones, el texto visible dentro de la imagen era a veces tan difícil de ignorar, que no era posible manipular el contexto de la imagen sin retocarla. Ejemplo de ello es la fotografía Campesinos leyendo El Machete.
El Machete, periódico de izquierdas de la época, aparece en el centro de la composición, con el nombre bien legible, contrastando con los rostros ensombrecidos y poco definidos de los mexicanos. Siendo reconocida la naturaleza política de este periódico, sería imposible para un editor taimado decir, por ejemplo, que los mexicanos están leyendo un panfleto político u otro periódico que no sea El Machete, protagonista de la imagen.
Modotti insistía en tratar a la fotografía como un medio tecnológico y no artístico, porque le interesaba el potencial revolucionario y propagandístico de este nuevo medio11. La reproducción mecánica de las imágenes abrió las puertas para una producción masiva y de fácil propagación de la información.
No se interesó en exhibir su obra en museos y galerías (expuso una sola vez en los 7 años que estuvo en México). En su lugar enviaba sus fotos a periódicos y revistas, medios más accesibles a las masas populares, ampliamente desconectadas de los tejemanejes del mundo del arte. Sus acciones y su conceptualización de la cámara como forma de activismo político llevarían a que fuese expulsada de México en 1930, dedicando el resto de su vida a trabajar con el Socorro Rojo internacional12.
«He vivido un torbellino permanente (…) Nunca como ahora tuve tan poco tiempo para mí misma. Vivo una vida totalmente nueva». Le escribió a Edward Weston a unos meses de su llegada a Europa. Tina prácticamente renunció a la fotografía. En 1939, regresó a México, con un perfil más bajo, con temor a ser descubierta y nuevamente deportada. Ahora la fama y notoriedad de Modotti se convierten en sus peores enemigas. Como es de imaginar, en esta etapa, Tina abandonó totalmente la cámara fotográfica.
Modotti murió a los 46 años, en su amado México. En su lápida hay unos versos de Pablo Neruda que escribió para ella:
«Puro es tu dulce nombre, pura es tu vida frágil:
De abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma.
De acero, línea, polen, se construyó tu férrea,
tu delgada estructura»13
El eco de las mujeres fotógrafas, por desgracia, nunca ha sonado tan fuerte como el de los hombres, pero las fotografías de Tina Modotti combinan el rigor formal con la conciencia social. Ha sido un personaje que ha estado a la sombra durante muchísimos años y es fundamental para entender, no solo los movimientos sociales en América Latina, sino también el desarrollo de la fotografía documental en un momento tan importante como fueron los años 20 del pasado siglo en México.
Modotti fue una mujer apasionada, una artista comprometida y una defensora incansable de la justicia social. Su obra nos invita a reflexionar sobre nuestra propia realidad, a mirar más allá de lo superficial y a comprometernos con los valores que creemos justos. Quizá logremos mantenerla viva fuera de la sombra de sus amantes, y más como la mujer artista que fue.
1 Fotógrafo estadounidense nacido en Highland Park, Illinois en 1886. Fue pareja de Tina Modotti y uno de los exponentes más representativos de la Fotografía Directa americana.
2 Nacido el 23 de marzo de 1903, el joven revolucionario fue fundador de la Federación de Estudiantes Universitarios y del Partido Comunista de Cuba.
3 Perkowska Magdalena, Op. Cit., Pág. 231
4 Mujer fatal: Traducción del término original en francés: Femme fatale.
5 González Cruz Manjarrez Maricela, Tina Modotti y el Muralismo Mexicano, Op. Cit., Pág. 12
6 Hooks Margaret, Tina Modotti, Photographer and Revolutionary, Londres, Pandora, 1993, Op. Cit., Pág. 15
7 Periódico mexicano de izquierda, fundado en 1924 como órgano del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores, Escultores y Grabadores Revolucionarios de México.
8 González Cruz Manjarrez Maricela, Tina Modotti y el Muralismo Mexicano, Op. Cit., Pág. 15
9 Publicado en el número de 1929 de Mexican Folkways.
10 Modotti, Tina. La fotografía como arma, p.289.
11 Gallo, Rubén. Máquinas de Vanguardia, 1er capítulo: fotografía.
12 Servicio Social Internacional organizado por la Internacional Comunista en 1922. Creada para que funcionara como una Cruz Roja internacional e independiente de cualquier organización o confesión religiosa.
13 Poema: “Tina Modotti ha muerto” de Pablo Neruda.