jugaban a saltar al agua,
yo fumaba lentamente
tiraba fotos sobre unos piedrones tornasol,
palabras duras no han de ponerse en el poema
la sambumbia de la mañana
y la cartera rebuñando ajena
y los estómagos vibrando sus vacíos
y el destello de la oscuridad,
esperando un crujido de cuervo tropical
totíes del enjambre.
la gente se tiraba en sus shorcitos
de trucitas de corazones
sobre los saltos de agua
y buscaban en la cueva algún tesoro,
que sería una botella de ron caro
olvidada por alguien
para así volver a tirarse a más altura,
tirarse sobre las rocas y las algas
para no recordar
un mañana venidero,
durmiera mejor el guije
que cuidando la cueva
ponía botellas de vino
para que las encontraran
los saltadores
los saltimbanquis
los pelagatos
los tejegatos
los leopardos
los metrohormonados
los cruceros,
en fin,
los que saltaban sobre un agua mansa,
que siempre estaría despierta
cada mañana,
en su espuma.
el navegante del delirio del vino
siempre me dió versos de mimbre
jop jop
su boca es una alarma
para mi cuerpo,
fugaz la mano teje al vientre
y saltamos al agua
con azafrán de espumas