¿Dónde están las mujeres?

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Ilustración por Laura Guibert

Esa es la pregunta que me hacía en cada turno de clase desde que empecé a estudiar la carrera de Historia del arte en la Universidad de la Habana. Autodidacta, había investigado sobre casi todo tipo de expresión artística. Me pareció siempre fascinante cómo muchas mujeres, a lo largo de la historia y el arte, han logrado triunfar por encima de las adversidades impuestas sobre ellas. Estos relatos eran una de las cosas que más me entusiasmaba sobre estudiar la carrera. Sin embargo, a medio camino de la graduación, no paraba de hacerme la pregunta que da título a este artículo.

Y es que, ¿acaso hubo mujeres artistas en el pasado? Parecería estúpido cuestionarlo. Pero no lo es tanto si se tiene en cuenta la gran ausencia de ellas en los libros sobre arte. A lo largo de la historia las mujeres han sido omitidas o, incluso, activamente silenciadas y borradas, en favor de los artistas hombres. Cuando decides estudiar el tema, te pones a leer algunos libros o a investigar un poco, un mundo nuevo se abre ante ti. Es impresionante la cantidad de artistas históricamente ignoradas por la academia cuya calidad de la obra es igual o superior a la de muchos hombres contemporáneos o posteriores. De más está decir, este problema no es único de la academia de Cuba. No es algo que pueda limitarse a fronteras o espacios temporales. Pero sí es más agudo en nuestra región, colonizada y frecuentemente invisibilizada, incluso por nosotros mismos.

Desde mediados del siglo pasado, y a partir de la institucionalización de los estudios de género y queer, ha habido un creciente interés académico, liderado principalmente por investigadoras, ocupado en rescatar y dar a conocer la obra de muchas mujeres artistas. Esto ha provocado, en múltiples ocasiones, controversias y tensiones en el campo. Por ejemplo, hoy en día se pone en duda la idea de que el ruso Wassily Kandinsky haya sido el creador del abstraccionismo, teniendo en cuenta su contacto con la sueca Hilma af Klint. Esta artista, ampliamente ignorada hasta hace poco, era una mujer que realizaba sesiones de espiritismo con médiums y afirmaba que sus pinturas no las hacía ella, sino una entidad espiritual superior que movía sus manos y le hacía ver las verdades universales que representa en sus lienzos.1 Dichas verdades universales, pinturas coloridas y abstractas de primer orden, preceden por un par de años a las primeras acuarelas abstractas de Kandinsky. El papel de pionera de Klint es muy debatido hoy en día, pero al menos se le reconoce lo suficiente como para ser considerada una contendiente en la lucha de “quién fue el primero”.2

Hilma era sueca, europea, blanca, una candidata perfecta para la reivindicación académica. Sin embargo ¿Qué pasa con las otras mujeres que no cumplen con estos estándares normativos? Sabemos que en el pasado existieron las mujeres artistas, pero, ¿Y las mujeres negras artistas? ¿Artistas no normativas? ¿Y qué tal en América?

La respuesta debería, una vez más, ser obvia. Por supuesto que sí. Pero la situación en América es más complicada que en Europa. Allá se puede hablar de Sofonisba Anguissola, de Artemisia Gentileschi y de Elisabetta Sirani o Clara Peeters. Mujeres todas que, durante el renacimiento y el barroco, se destacaron como artistas en un mundo donde el arte ya empezaba a establecerse como entidad diferenciada e influyente. No se debiera negar la existencia de mujeres o personas con expresiones de género no normativas que se dedicasen a la producción artística, en las culturas americanas existentes antes de la colonización, aunque de entrada hablar de género o de conciencia de género previo a este acontecimiento, sería continuar extrapolando patrones normativos occidentales. El problema es que sus nombres, como ocurre con mucha información de esta época, no han llegado a nuestros días.

En el siglo XVI en la América colonizada empiezan a verse los primeros rasgos de un arte que se distinguiría del europeo. Nos llegan algunos nombres. Destacan en el virreinato de Nueva Granada (actuales Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Guyana) las hermanas y religiosas Sor María de San José y Sor Magdalena, talentosas en la escultura, la pintura y el canto. Cómo olvidar, por supuesto, a la décima musa Sor Juana Inés de la Cruz, en el campo de la música y la escritura. Sin embargo, a las mujeres esclavizadas que mostrasen algún talento artístico se les impedía desarrollarlo, eran explotadas por sus amos, quienes tomaban el crédito.

¿Qué ha pasado con las mujeres racializadas y de sexualidad o género no normativo según Occidente? En todos los aspectos de la historia estas han sido eliminadas, sus vidas y recorridos, como suele ocurrir con las subalternas, no les pertenecen. Sus obras, tampoco. Tenemos que buscar a las mujeres artistas en nuestro continente en espacios de tiempo más cercanos, como el siglo pasado. Es en el siglo XX cuando vemos más artistas mujeres surgir. Aun así, eso no significa que estas mujeres sean conocidas o respetadas, incluso si en su tiempo lo fueron.

La historia del arte, ciencia social que ha desarrollado patrones eurocentristas y patriarcales, ha permanecido indiferente respecto al estudio de las mujeres artistas en América. Las instituciones siguen favoreciendo, incluso con la fuerza de los feminismos y de los movimientos de mujeres, a los hombres, a los blancos, o a las mujeres blancas y cisheterosexuales. Cuando aparece una mujer negra, indígena, trans, se nota incomodidad en masas que reclaman su visibilidad y sus espacios hegemónicos de representación, una masa que se indigna ante la “condescendencia” de las instituciones y el circuito del arte. Muchas veces las ignoran, las desconocen o sencillamente prefieren a sus colegas blancas. No son solo las instituciones o el establishment: divulgadores de arte, educadores, cuentas de Instagram y TikTok sobre historia del arte, también somos cómplices. Yo mismo, como estudiante, he pecado de esto, desconociendo a las mujeres en la historia del arte de las Américas mientras admiraba a las europeas. Cuando noté este agujero en mi sistema de conocimientos empecé a hacer todo lo que pude por rellenarlo. He comenzado a estudiar con mayor énfasis a las artistas de este lado del charco, y también a las “otras”, a las racializadas, las no normativas, las históricamente apartadas por el establishment del arte. He aquí, entonces, algunas de las maravillas ignoradas que he “descubierto”:

Maria Izquierdo: Alegoria de la Libertad.

La mexicana María Izquierdo (1902-1955) fue una de las primeras mujeres de ese país en exponer sus obras en el extranjero. Como casi todas las mujeres de esta lista fue activista y dedicada a la reivindicación de la mujer dentro del arte mexicano. Sus obras, influenciadas por el expresionismo, con temáticas y modos de representación surrealistas, exudan colorida mexicanidad diferenciada a la de los otros artistas mexicanos de la época. Sus representaciones de mujeres suelen ser angustiosas, violentas, desesperadas o indiferentes, pero siempre como protagonistas. También pintó el ambiente doméstico mexicano, la naturaleza, el paisaje y el circo.

Faith Ringgold: The flag is bleeding (#2) (La bandera esta llorando).

La norteamericana Faith Ringgold (1930) es mayormente conocida por sus fascinantes mantas tejidas (quilts) en las que narra experiencias y anécdotas de su vida como mujer negra en los Estados Unidos, y expresa las demandas del movimiento de los derechos civiles en este país desde una perspectiva feminista. También incursionó en la escultura, con la creación de máscaras de inspiración africana y carteles políticos. Sin embargo, la calidad técnica y expresiva de sus mantas ha sido lo que la ha llevado a que se reconozca su talento y la importancia de los temas que trata.

Kay Brown: The devil and his game (el diablo y su juego).

Kay Brown (1932-2012) fue otra artista afroestadounidense muy vinculada al movimiento de los derechos civiles y el movimiento feminista negro dentro de ese país. Grabadora, escritora, diseñadora gráfica y de moda, recogió las narrativas de la experiencia negra en Estados Unidos mediante obras gráficas y collages de gran formato en los que denunciaba la opresión institucionalizada y los efectos devastadores de la guerra en la comunidad negra, así como la crítica interna, denunciando la misoginia prevalente en el movimiento artístico negro de la época, cuyas asociaciones estaban compuestas casi exclusivamente por hombres.

Teresa Burga: Sin título.

La peruana Teresa Burga (1935-2021) es considerada una de las precursoras del arte contemporáneo en su país. Sus obras exploran los límites del arte, con fuerte énfasis en el arte no objetual,3 el arte multimedia y la instalación, mediante los cuales trata temas de exploración sexual, religiosa, lingüística, política y cultural, en relación a la mujer en la historia y sociedad peruanas.

Emma Amos: Work-suit (Traje de trabajo).

La obra de Emma Amos (1938-2020) se caracterizó por una producción variada en la que la artista experimentó con el color y la técnica multimedia al mezclar la producción textil con la pintura.4 Trata la intersección entre raza y género. Su matrimonio con un hombre blanco la hizo reflexionar sobre las relaciones entre las razas, así como cuestiones de la identidad racial de las personas de herencia mixta. Una obra muy variada y multifacética, con temáticas ya abordadas por pintoras negras de su generación, pero vistas desde otras perspectivas completamente novedosas.

Dingda McCannon: 125th Street revisited (la calle 125th revisitada).

Dingda McCannon (1947) junto a las ya mencionadas Faith Ringgold y Kay Brown fundó el grupo artístico Where we at (¿Dónde estamos?) para la exposición y divulgación del mensaje afrofeminista y la experimentación dentro del arte en la sociedad americana de los años 60. Su obra es variada y colorida, mediante el uso de la técnica multimedia rememora momentos clave de los derechos civiles, explora la vida negra en Harlem y muestra a la mujer en la sociedad negra estadounidense. Se desempeña también en el arte mural, textil, la artesanía y la joyería, utilizando fibras naturales y sintéticas.

Laura Aguilar: Grounded #111 (conectada a tierra, #111).

Una artista cuya obra resuena hoy más que nunca es Laura Aguilar (1959-2018). Principalmente activa, entre los 80 y principios del 2000, con su cámara, la que aprendió a usar de manera autodidacta. Su fotografía, centrada en la forma humana y con ella misma como modelo en muchas ocasiones, desafía las normas sociales, ya sea en cuanto a belleza, raza, o género. En su unión del paisaje con el autorretrato nos lleva a mirar el cuerpo grueso como algo natural y en conexión con la naturaleza, a la vez que nos transmite el dolor de una existencia marginada. La naturaleza se vuelve para la artista un abrazo materno que la acepta tal y como es, como vino al mundo, un mundo que la rechaza por su cuerpo, su raza, su género y su sexualidad.

Belkys Ayón: La familia.

Quisiera terminar este brevísimo recorrido por la historia del arte, racializada y de mujeres, con una de mis preferidas: nuestra Belkys Ayón (1967-1999). Esta maravillosa pintora y grabadora fue reconocida nacional e internacionalmente por su exploración de la mitología e iconografía Abakuá, lo que impregna a sus trabajos misticismo y presenta un misterio difícil de descifrar para los que desconocen la cultura de esta sociedad secreta. Son característicos de su imaginario la figura reducida a una silueta en la que destacan los ojos, único rasgo en el rostro, que a pesar de una figuración simple parecen siempre querer decir algo más. Si bien mucha de su obra es colorida, son memorables las obras en altos contrastes, entre blanco y negro, que las dotan de un sello personal inconfundible.

La lista es eterna. Hay cientos de miles de mujeres artistas por descubrir en todo nuestro continente, sus obras esperan ser justamente apreciadas y difundidas. Con los nuevos tiempos, de mayor libertad, más mujeres optan por representar identidades no normativas en sus obras, o se salen de lo socialmente aceptado como “obras femeninas”. La historia del arte que conocemos no es más que la punta del iceberg. ¿Cuánto arte fascinante, cuantas vidas maravillosas no habrá por descubrir si miramos hacia África, Asia, Oceanía? Si volteamos la mirada más allá de lo que nuestra educación occidental nos muestra, se abrirán miles de puertas hacia mundos completamente nuevos. Me gustaría invitar a quien me lea a hacer lo mismo. Divulguen, compartan las historias de las mujeres, de las personas cuir, de las experiencias disidentes y no normativas, sin importar qué tan pequeña sea la plataforma que tengan. Una publicación que hagan y que reciba veinte likes significa que veinte personas aprendieron algo más allá de lo pautado por sistemas educativos institucionalizados y los medios oficiales. Ayudemos de esta forma, y de todas las otras que puedan imaginar, a visibilizar estas historias, para que más nadie tenga que preguntarse ¿dónde están las mujeres?


Referencias:

1 BreeAnn Midavaine. Hilma af Klint: the medium of abstraction (2015).
2 Emily Virginia Leon. Analyzing the Crisis of Hilma af Klint: The Digital and Analog Analysis of Spirituality, Abstraction and Art (2018).
3 Formas de arte expresadas de forma inmaterial. Un ejemplo paradigmático de arte no objetual es la performance.
4 Técnica multimedia: se mezclan varios medios para la producción de arte. Por ejemplo, en vez de usar solo óleo sobre lienzo (el lienzo sería el medio para el óleo) se utilizaría también tejidos textiles, fibras naturales, recortes de revista, etc. De tal forma se crea un producto que va más allá de las formas clásicas de expresión.

  • historia del arte
  • mujeres artistas
  • historiografía
  • violencia epistémica

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Gus Torres Arma

Estudiante de historia del arte, gay, INTP, Sagitario ascendente acuario. Me interesan todas las manifestaciones del arte pero me inclino más por las visuales y las temáticas LGBT+. Interesado en la docencia, la investigación y la crítica desde una perspectiva queer.