La antología Decolonial Feminism in Abya Yala: Caribbean, Meso, and South American Contributions and Challenges (Rowman & Littlefield Publishers, 2022) compila una historia del movimiento/llamada feminista decolonial en lo que va de siglo. Los textos y lxs autorxs en este libro proponen metodologías de análisis y acción social sostenidas en dos principales líneas teóricas:1 la “crítica feminista hecha por feministas negras y mujeres racializadas, Chicanas, mujeres de clase obrera, el movimiento de autonomía feminista en Latinoamérica, el feminismo Indígena, y el feminismo materialista francés contra el feminismo hegemónico en su universalización del concepto de ‘mujer’ y, por tanto, sus prejuicios racistas, clasistas y heterocéntricos”.2 Así como la “teoría decolonial o el proyecto decolonial que diferentes pensadores latinoamericanos y caribeños han desarrollado”.3
Además de ofrecer una historiografía del feminismo decolonial, los métodos de análisis expuestos en este libro problematizan las lógicas y los límites de otros campos y conceptos como los estudios poscoloniales y la interseccionalidad.
Lo que hoy es conocido como el feminismo decolonial surgió hace más de quince años. María Lugones tuvo un rol protagónico en la formación de este movimiento.
En 2006, Lugones creó un panel de estudios dedicados al feminismo decolonial. Este incluyó participantes de Bolivia, México y dos universidades estadounidenses: la Universidad de Binghamton y la Universidad de Berkeley, donde se habían establecido ya importantes diálogos sobre teorías feministas que ofrecían una atención crítica al rol de la racialización en la creación/legitimación del conocimiento y la percepción del Ser, así como otras conversaciones acerca de las problemáticas sociales que implican los fenómenos entendidos como modernidad y colonialidad. Además de su trabajo dentro de las instituciones académicas norteamericanas, en 2006-2007, Lugones participó en reuniones y diálogos organizados por el Grupo Latinoamericano de Estudios, Formación y Acción Feminista (GLEFAS), fundado por Yuderkys Espinosa Miñoso. Del nexo entre teorías y prácticas que desafían la matriz modernidad/colonialidad, surge lo que hoy es llamado el feminismo decolonial. Esta llamada tienes dos características fundamentales:
- El compromiso activo con las luchas antirracistas y de género.
- La materialización de redes interpersonales de apoyo.
La introducción a Decolonial Feminism in Abya Yala… hace un breve recuento del movimiento que ha sucedido a la llamada feminista decolonial, sintetizado en las siguientes líneas:
De la permanente descalificación y violencia epistémica, poco a poco, hemos transicionado a un movimiento con más legitimidad, pero, sobre todo, a un movimiento donde podemos empezar a ver el impacto específico del movimiento en nuevas generaciones y en la construcción de nuevas formas de liderazgo entre identidades mujeres, lesbianas, y no-normativas de género y sexualidad, quienes son parte o descienden de grupos negativamente racializados. El feminismo decolonial hoy es más valorado internacionalmente y tiene un impacto en el movimiento feminista dentro de múltiples estados-nación y a nivel internacional.4
Precisamente porque la historia de la colonialidad (del poder, del género, del conocimiento, del ser) ha sido una historia de violencia, la llamada feminista decolonial articula la necesidad de construir comunidades y redes de apoyo que prevengan y no reproduzcan las violencias de diferentes y complejos sistemas de dominación (machismo, racismo, etc.).
Más adelante, Ochy Curiel expone cómo el feminismo decolonial ofrece una perspectiva analítica que une el giro decolonial con los feminismos contra-hegemónicos de finales del siglo XX, problematizando las metodologías que ofrecen los estudios poscoloniales y las perspectivas muy atadas al concepto de la interseccionalidad.
Para Ochy Curiel, el feminismo poscolonial y el feminismo decolonial tienen importantes diferencias. Con otrxs teóricxs, como Ella Shohat, Anne McClintock y Ramón Grosfoguel, Curiel critica el marco poscolonial porque, según ella, este deriva en teorías universalizantes sobre contextos históricos y epistemológicos que no ofrecen cuentas de las especificidades históricas de colonización y modernización en diferentes geografías.
Sin embargo, Curiel rescata el entendimiento de Stuart Hall del poscolonialismo como un marco que no solo inspira a describir la sociedad de antes versus la sociedad de ahora, sino que invita a pensar en la colonización como un proceso transnacional y transcultural, y a interpretar la historia de la modernidad/colonialidad desde una perspectiva descentralizada y migrante, en oposición a una perspectiva centrada en las narrativas nacionales. A pesar de que la crítica feminista poscolonial ha ofrecido numerosas herramientas conceptuales como la “colonización discursiva”, propuesto por Chandra Mohanty, y la “violencia epistémica”, por Gayatri Spivak, el proyecto poscolonial en la mayor parte consiste en un giro lingüístico, postestructuralista, que a menudo repite patrones de la “colonización discursiva”.
Por otra parte, Curiel explica una metodología importante para la llamada feminista decolonial que rechaza la lógica objetivista del método positivista. Con Donna Haraway y Patricia Hill Collins, Curiel invita a reflexionar sobre la “posicionalidad” del sujeto estudioso. Para Curiel, el feminismo decolonial no sólo plantea la pregunta, ¿cómo afecta el lugar de enunciación la investigación del sujeto? Sino que también cuestiona, ¿para qué/quién es el conocimiento? ¿Cómo producimos conocimiento(s)? ¿Quién produce conocimiento(s) y acorde a cuáles proyectos políticos? ¿Dentro de cuáles marcos institucionales y políticos es que producimos conocimiento(s)?. En resumen, para Curiel, el feminismo decolonial debe mantener una perspectiva crítica y reflexiva, que evite la reproducción de dinámicas dominantes y violentas, de la relación sujeto-objeto, por el siguiente motivo:
La investigación es una tarea importante que debe ser hecha por científicos sociales y activistas. Lo que generalmente pasa, sin embargo, es que esos que tienen privilegios de raza, clase, sexualidad y posición geopolítica participan en la colonización discursiva y violencia epistémica. Lo hacen a través de interpretaciones de las prácticas sociales y culturales de los grupos que son asumidos como “otros”. Esta actividad continúa el camino que tiende a limitar las credenciales académicas para aquellos en posiciones hegemónicas que continúan estudiando personas consideradas como “diferentes”.5
En este capítulo, Curiel ilustra un horizonte de expectativa del feminismo decolonial con dos objetivos principales de lo que llama “desligamiento epistemológico” (epistemological disengagement): el reconocimiento y la legitimación de saberes subalternos y el cuestionamiento de pensamientos hegemónicos.
A medida que el pensamiento feminista decolonial va adentrándose en espacios legitimados por las universidades y los estados-nación en América Latina, el Caribe y los Estados Unidos, habría que investigar cómo se posicionan lxs pensadores decoloniales y feministas frente a la reproducción de violencias epistémicas, racistas y de género, en contextos específicos. Un desafío de la teoría feminista decolonial sigue siendo la dificultad de entender fenómenos de violencia y destituciones subjetivas dentro de configuraciones sociohistóricas locales –más que globales– para evitar así la repetición de violencias discursivas.
Bibliografía:
Lugones, María; Espinosa-Miñoso, Yuderkys; Maldonado-Torres, Nelson (eds.) (2022). Decolonial Feminism in Abya Yala: Caribbean, Meso, and South American Contributions and Challenges, Rowman & Littlefield Publishers. ISBN: 1538153114.
Referencias:
1 Todas las traducciones de las citas han sido realizadas por el autor.
- 2 “feminist criticisms made by Black feminists, women of color, Chicanas, working class women, the Latin American feminist autonomy movement, Indigenous feminists, and French materialist feminism against hegemonic feminism in its universalization of the concept of ‘woman’ and, therefore, its racist, classist, and heterocentric bias.”
- 3 “decolonial theory or the decolonial project that different Latin American and Caribbean thinkers have developed.”
- 4 “From permanent disqualification and epistemic violence, little by little we have been transitioning into a movement with more legitimacy, but, above all, into a moment where we can start to see the specific impact of the movement in new generations and in the construction of new forms of leadership among women, lesbian, and non-normative identities of gender and sexuality who are part of or descend from negatively racialized groups. Decolonial feminism today is more valued internationally and has an impact on the feminist movement inside multiple nation states and at the international level.”
- 5 “Research is an important task that should be done by social scientists and activists. What typically happens, however, is that those who have privileges of race, class, sexuality and geopolitical location engage in discursive colonization and epistemic violence. They do this through interpretations of the social and cultural practices of the groups who are assumed as ‘others’. This activity continues a path that tends to limit academic credentials to those in hegemonic positions who continue to study those who are considered ‘different’.”